—Cariño, ha sido maravilloso, y a ti ¿te ha gustado?— No lo dudó ni un minuto y respondió con vehemencia —¡Sí, me encantó!
Se besaron apasionadamente y se abrazaron. Ambos durmieron tranquilos: él, porque había encontrado el amor de su vida; ella, porque se había creído su propia mentira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario